Porqué promovemos el veganismo

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Desde Ánima planteamos la necesidad de crear un nuevo pensamiento en defensa de los derechos animales, capaz de disolver las actuales relaciones de opresión y dominio.

En su momento, dijimos que el sufrimiento y la muerte de los animales originado en su utilización en industrias de explotación, cualquiera que sea, y plasmado en su condición de seres con estatus de propiedad, estructura una relación donde son tratados como cosas y comercializados como mercaderías. Esta condición aparece también en los animales que viven en estado de naturaleza, aunque no siempre sea tan notoria. Agregamos que, por lo tanto, rechazar la violencia ejercida desde lo institucional, significa rechazar el consumo de los animales, sea de sus cuerpos o de sus productos y evitar absolutamente la participación en actividades que los utilizan como objetos, cualquiera sea. La razón ética no diferencia entre sabores o apariencias de libertad. Promover que consumir sus cuerpos no es éticamente aceptable y que consumir lácteos o huevos sí lo es, no tiene sentido. Esto significa, simplemente, darle coherencia a nuestro mensaje y claridad a sus consecuencias. La razón por la que ha sido usual durante mucho tiempo difundir el vegetarianismo “y” el veganismo, es porque se difundió la idea del veganismo como una “forma” de vegetarianismo, haciendo de este último una postura ética que no tiene. Tal vez hubo razones históricas y religiosas para hacerlo de esta manera, siglos atrás. Pero en el siglo XXI, las razones éticas que nos llevan a no consumir sus cuerpos son las mismas que nos llevan a no consumir los productos que se les extrae antes de matarlos, o que nos impulsan a no presenciar su conversión en actores forzados en un espectáculo o a evitar adquirirlos como “mascotas”. Todo esto significa demandar un “producto” donde yace el sufrimiento psicofísico, la manipulación y la muerte, según lo determine la conveniencia del dueño del negocio al que el animal sirva. Además, cuando denunciamos la esclavitud y promovemos el veganismo, estamos hablando de mucho más que de una dieta.

Podrá decirse que el veganismo es, entonces, mucho más difícil de lograr, y que posiblemente esa persona comience dejando de ingerir sus cuerpos. Por supuesto que una forma de vida enteramente vegana es un proceso movilizador que no cursa igual para todos. El hecho de que algunos elijan comenzar por dejar sus cuerpos, no tiene porqué influir en el mensaje ni en el objetivo de nuestra comunicación. El que no se haga vegano/a después de encontrarse con este mensaje, lo tendrá como propósito, y el que piense sólo en dejar de ingerir sus cuerpos sabrá que sigue siendo partícipe de la explotación animal. Por eso no queremos decir “hacete vegetariano” como un “paso previo”. Conocemos personas que han dejado los lácteos y los huevos antes de dejar de comer peces. Teóricamente no son vegetarianas ni veganas, sin embargo no están más implicados en el sufrimiento y la matanza de animales que los que comienzan dejando sus cuerpos. Nuestro mensaje es el mismo, y seguiremos dándoselo. De esta manera las personas escuchan, se concientizan, evolucionan, se transforman (o no) pero entienden bien de qué se trata. No se estancan.

Podemos sembrar en ellos nuevos paradigmas, no sólo en el campo de la ética. No se corre el riesgo de que incluso podamos haberle sugerido algo que tal vez termine significando un incremento del sufrimiento y la muerte de animales, si esa persona elige incrementar su consumo de productos animales al dejar de comer sus cuerpos. Sabemos que la difusión del vegetarianismo es lógica para quienes aceptan el uso de los animales en forma “humanitaria”, posición muy diferente a la del abolicionismo.

Hacemos un llamamiento a los defensores de los derechos animales para que nos ayuden a cambiar el paradigma de la explotación animal, tan enraizado en esta sociedad, a la que se le enseña a demandar sufrimiento y muerte de seres sintientes como algo “normal”, simplemente por el hecho de no pertenecer a la especie humana. Por esto, desde Ánima difundimos siempre el veganismo como punto de partida de una lucha por la justicia y la igualdad.