Otra “revolución” bienestarista que no lo fue
Gary Francione | junio 26, 2009 | Traducción: Ana María Aboglio. Ediciones Ánima.
© Gary Francione. © Traducción: Ana María Aboglio © 2009 Ediciones Ánima.
Texto perteneciente al Blog personal de Gary Francione.
26 de junio de 2009.
Estimados/as colegas:
Como saben, realmente no creo que las reformas bienestaristas otorguen beneficios significativos a los animales no humanos, incluso cuando estas reformas son implementadas. Pero, con frecuencia, ellas ni siquiera se implementan. Esto es, hay campañas y esfuerzos para recaudar dinero y declaraciones de “victoria” (acompañados por fiestas con celebridades y todo), pero las supuestas reformas, con frecuencia, ni siquiera acontecen.
Un buen ejemplo de este fenómeno se encuentra en el comunicado del 24 de junio de 2009, avisando que Smithfield pospondrá, por razones financieras, la fase de 10 años que había planeado para eliminar gradualmente las jaulas de gestación para las cerdas. Aunque quedó demostrado por los economistas que las alternativas a las jaulas de gestación incrementan la eficiencia de la producción a largo plazo, los costos de capital, en el corto plazo, para cambiar el sistema de jaulas son, aparentemente, los causantes de que Smithfield posponga el plan de eliminación gradual.
En el 2007, cuando Smithfield anunció la fase de eliminación a lo largo de 10 años, escribí un ensayo en el que declaré:
El 25 de enero de 2007, Smithfield Foods, un gran productor de carne no humana, anunció que, en los próximos diez años, se dejarán de usar las celdas de gestación para las cerdas preñadas, a favor de un conjunto de corrales que proporcionará más espacio. Este anunció siguió a una campaña de HSUS, Farm Sanctuary, y otros grupos bienestaristas contra la celda de gestación. Esta campaña costó bastante más de 1.6 millones de dólares. Como establecí en mi previo ensayo, ¿Un «triunfo» del bienestar animal?, los defensores de animales argumentan que los estudios demuestran que los productores de cerdos obtendrán mayores ganancias cambiándose a un sistema de alojamiento alternativo.
En respuesta al anuncio de Smithfield, el Presidente y Gerente General de HSUS, Wayne Pacelle, proclamó que “[una] revolución está en camino en la industria del cerdo,” Pacelle estableció: “No puedo pensar en algo más importante en términos de tratamiento humanitario de animales que lo que ha sucedido en el sector del negocio agropecuario.” Otros adeptos a la regulación bienestarista prosiguieron con declaraciones similarmente hiperbólicas. Por ejemplo, Eric Marcus muy notablemente calificó a la iniciativa de Smithfield como “una noticia espectacular.”
Y ahora, ¿cuál es la respuesta de esos defensores del bienestar al anuncio de Smithfield? Bruce Friedrich, de PETA, que ha caracterizado la decisión del 2007 de Smithfield como “un paso fantástico para el bienestar animal de los animales de granja,” dijo que:
“No sorprende que cuando los tiempos se vuelven difíciles, ellos se deshagan de un plan que, en primer lugar, apenas si era un plan.”
Friedrich observó que PETA, en aquella ocasión, le pidió a Smithfield que extendiera la eliminación gradual de la jaula de gestación a sus abastecedores y proveyera más detalles acerca de la transición. La empresa, dijo él, no respondió a ninguno de sus dos requerimientos.
Así que el supuesto “paso fantástico” no era un “paso fantástico” para nada. Smithfield ni siquiera proveería detalles de la eliminación gradual. Y cuando la situación se puso difícil y las consideraciones económicos del corto plazo fueron efectuadas, la eliminación gradual fue gradualmente eliminada.
Esto en cuanto a otra “victoria” bienestarista.
Reitero: estoy seguro de que mis amigos de HSUS, PETA, etc., piensan que están haciendo la cosa correcta al hacer estas campañas bienestaristas. Mi pregunta a ellos es: ¿cuánta evidencia empírica necesitan antes de ver que están en un error? Dejando de lado la cuestión del principio moral, el fondo del asunto es que la estrategia bienestarista simplemente no funciona. Los animales son propiedad. Ellos no tienen valor inherente. Antes de que cualquier cosa cambia, tiene que cambiar el paradigma. Y no estará cambiando en tanto los defensores de los animales piensen que el camino hacia el progreso viene de parte de asociaciones preocupantes entre los defensores de los animales y la industria. Los primeros declaran una “victoria” que no ocurre (ni puede ocurrir); la segunda se representa a sí misma como del lado de los animales. Pero los animales son los que pierden.
Los recursos de aquéllos que realmente quieren ver la abolición de la explotación animal están mejor invertidos en la educación vegana clara, inequívoca, creativa y no violenta.