Los argumentos de la “puerta de entrada”

Inicio » Artículos y ensayos - Gary Francione » Los argumentos de la “puerta de entrada”

Gary Francione | marzo 20, 2009 | Traducción: Ana María Aboglio. Ediciones Ánima

© Gary Francione.
© Traducción: Ana María Aboglio © 2009 Ediciones Ánima
Texto perteneciente al Blog personal de Gary Francione.
20 de marzo de 2009

Estimados/as colegas:

Estamos en el receso de primavera en la Universidad, ¡así que estoy aprovechando el tiempo extra para escribir algunos blogs!

Quiero consignar un conjunto de argumentos relacionados, comúnmente conocidos como argumentos de la puerta “de entrada”. Los tres principales argumentos de la puerta de entrada son: (1) que deberíamos promover alguna versión del vegetarianismo que permita comer productos lácteos, huevos, o incluso peces, como puerta de entrada al veganismo; (2) que deberíamos promover la carne y productos animales “felices”, tal como los pollos de KFC, que han sido gaseados en vez de electrocutados, o los huevos provenientes de gallinas “libres de jaulas”, como una entrada hacia el lacto-ovo-pesco vegetarianismo y luego el veganismo; y (3) que deberíamos promover las reformas del bienestar animal como un medio de abolición de la explotación animal.

Rechazo estos argumentos de la puerta de entrada tanto por razones tanto teóricas como prácticas.

Como cuestión teórica, incluso si el vegetarianismo fuera una puerta de entrada al veganismo, o la carne “feliz” fuera una puerta de entrada al vegetarianismo, o la reforma bienestarista fuera una puerta de entrada a la aceptación social de la abolición, ¿deberíamos promover algo que es moralmente erróneo, como una puerta de entrada para conseguir algo que es moralmente correcto? Por supuesto, es mejor si un violador no golpea a la víctima además de violarla/o. Pero ¿esto significa que debemos hacer campaña a favor de una violación “humanitaria” como una entrada a favor de no violar? Algunas formas de racismo son mejores que otras formas de racismo, pero ¿podría seriamente alguien sugerir que debemos hacer campaña a favor de aquellas supuestamente “mejores” formas de racismo? Es mejor torturar a una persona menos severamente que más severamente, pero ¿deberíamos hacer campañas por una tortura más “humanitaria”?

Por supuesto que no. En lo que a los casos en que hay humanos involucrados concierne, la mayoría de nosotros puede ver bien el problema y pocos, si es que alguno de nosotros, harían campaña por una violación “humanitaria” o un racismo “humanitario” o una tortura “humanitaria”.

Pero en lo que a los no humanos concierne, muchos de nosotros estamos listos para subirnos a bordo y promover cosas que reconocemos que violan los derechos fundamentales de los animales. No hay diferencia moral significativa entre comer carne y lácteos o entre carne y pescado. Hay tanto sufrimiento (sino más) en un vaso de leche como en una libra de bistec, y un pez valora su vida tanto como lo hace una vaca. La carne y productos animales “felices” no involucra ninguna protección mayor para los intereses de los animales, y todos estos animales siguen siendo tratados de maneras que implican lo que sería considerado como tortura si involucrara a seres humanos. La reforma bienestarista es un equivalente directo de promover la violación “humanitaria” o el racismo “humanitario”.

Por lo tanto, esos argumentos de entrada tienen la perturbadora característica de promover conductas o prácticas que explícitamente violan los derechos fundamentales de los animales, cuando nunca haríamos eso en un contexto humano. El enfoque de la puerta de entrada es flagrantemente especista.

Como cuestión de hecho, los argumentos de entrada tienen en común una premisa empírica: que el lacto-ovo-pesco-vegetarianismo conducirá al veganismo: que la carne y los productos animales “felices” conducirán al vegetarianismo y al veganismo; que la reforma bienestarista creará un clima social y político más favorable a la abolición. Con el objetivo de que los argumentos de entrada funcionen, tiene que ser el caso de que hay una clara conexión causal entre el componente del argumento de entrada (vegetarianismo, carne/productos animales “felices”, reforma bienestarista) y el objetivo deseado (veganismo, vegetarianismo, abolición de la explotación).

El problema es que no hay ninguna evidencia para apoyar estas aseveraciones de conexión causal. Aunque hay ciertamente vegetarianos que se convirtieron en veganos, también hay muchos vegetarianos que nunca se hicieron veganos. Con respecto a la afirmación de que la carne/productos animales “felices” conducirán al vegetarianismo que conducirá al veganismo, a esas afirmaciones no sólo les falta argumentos de apoyo, sino que la evidencia parece apuntar en la dirección contraria. Esto es, que el movimiento de la carne “feliz” está de hecho moviéndonos hacia atrás, en el sentido de que más y más personas –incluyendo aquellas que alguna vez fueron vegetarianas o incluso veganas– están de nuevo sintiéndose cómodas acerca de consumir productos animales. Después de todo, si People for the Ethical Treatment of Animals da un premio a Whole Foods como Best Animal-Friendly Retailer, alegando que “Whole Foods, en forma consistente, ha hecho más por el bienestar animal que cualquier vendedor minorista de la industria, al exigir que sus productores adhieran a normas estrictas,” está dando un mensaje bien claro de que comer los cuerpos y otros productos animales vendidos por Whole Foods es algo moralmente aceptable para hacer, aunque no sea moralmente ideal.

La afirmación de que la reforma bienestarista es una puerta de entrada que conducirá a la aceptación social y alcanzará la abolición de la explotación no sólo no tiene ningún soporte fáctico sino que es claramente falsa. El enfoque del bienestar animal ha sido el paradigma moral y legal predominante a lo largo de 200 años, y estamos usando más animales no humanos, de modos más horrorosos, que nunca antes en la historia de la humanidad. No hay ninguna evidencia histórica de que la regulación sea una puerta de entrada para la abolición o que conduzca a la abolición de alguna manera; no hay evidencia histórica de que la reforma bienestarista conduzca a otra cosa que no sea más explotación animal.

No podemos justificar la explotación animal como una cuestión de moralidad básica. Los argumentos de la puerta de entrada son inconsistentes con los derechos fundamentales de los no humanos a no ser tratados como recursos humanos, y se sostienen en premisas fácticas que no sólo no tienen apoyo argumentativo sino que son demostrablemente falsas.