La historia del miso

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Ana María Aboglio | abril 26, 2014 | Ediciones Ánima.

La palabra miso significa “fuente del sabor”. Mi es “sabor” o “condimento”, so “fuente”. El miso es una pasta aromatizante fermentada y sabrosa hecha con porotos de soja y/o cereales y sal marina. También puede elaborarse a partir de arroz o garbanzos, logrando un producto más suave en sabor y con una textura levemente diferente. Tradicionalmente ha sido estimado durante siglos en China y Japón como un alimento curativo: las modernas investigaciones nutricionales revelan el porqué. Contiene enzimas vivas que ayudan a la digestión y suministran un equilibrio nutritivo de carbohidratos naturales, aceites esenciales, vitaminas, minerales y proteínas. Como buena fuente de proteínas y vitaminas B, el miso también ayuda a limpiar el cuerpo de radiaciones y tóxicos químicos. El miso sin pasteurizar puede reconstruir la flora intestinal que haya sido destrozada por una dieta de alto contenido en productos animales, azúcar, productos químicos y antibióticos.

Beneficios para la salud


  • Para la vitalidad: ya que contiene grandes cantidades de glúcidos, se transforma en energía. En invierno, los platos con miso nos previenen del frío
  • Para un metabolismo adecuado: es rico en minerales.
  • Cuando hay una mala digestión: contiene enzimas vivas.
  • Para la belleza: nutre la piel y hace que brille el cabello con vitalidad.
  • Para las enfermedades cardíacas: contiene ácido linoleico y lecitina, que disuelven el colesterol en la sangre y flexibilizan los vasos sanguíneos. Por tal motivo, evita la arterioesclerosis o la hipertensión.
  • Es útil para aliviar el exceso de tabaco o alcohol.
  • Ayuda a prevenir alergias y tuberculosis.
  • Contiene una gran cantidad de proteína.

Usarlo diluido con caldo o agua en muy pequeñas cantidades, 1¼ de cucharadita por persona y agregar a una sopa. No hervir.