Final de juego

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«Deportes extremos», escuchamos por televisión, cuando el riesgo convive con el deportista. Las carreras que involucran perros también lo son. En este caso, lo extremo lo sufren los animales sin haber dado, como es lógico, su consentimiento.

El negocio de las carreras de galgos significa la muerte anual de miles de perros en todo el mundo. Sus condiciones de vida influyen mucho en estas cifras, ya que sus hogares son diminutas jaulas donde permanecen de 18 a 20 hs. por día.

Pasan aproximadamente 18 meses de entrenamiento hasta que los galgos están «a punto» para ser destinados a las carreras. El adiestramiento se realiza violentamente y con mucha impaciencia. Las personas a cargo de este trabajo, a menudo golpean a los animales y también les colocan bozales para evitar los ladridos. Es común administrarles anabólicos y llevarlos a estados de anemia con el fin de que la hiperglobulemia que de allí resulte los haga correr más. Disminuir la tensión es otro de los objetivos. Los perros enferman durante este proceso debido al contagio de una gran cantidad de parásitos tanto internos como externos.

Los galgos no se toman vacaciones, y muy frecuentemente son forzados a correr durante todo el año en condiciones de temperatura extremas -tanto en fríos intensos como en calores agobiantes-.

Entre los 16 estados de Norteamérica en los cuales las carreras son permitidas por ley se encuentran: Alabama, Colorado, Florida, y Texas. El «retiro» de los animales comienza alrededor de los 5 años de edad cuando ya no son rentables para este comercio. Influyen las lesiones, como el quebramiento de patas, golpes de calor, ataques cardíacos, etc. Muchos de estos animales son incapaces de ganar carreras estando en estas condiciones, y por lo tanto son sacrificados inmediatamente o vendidos a diversos laboratorios de investigación científica y/o médica. Otros, tienen la suerte de vivir algunos meses más. La vida a la que son sometidos los lleva a desarrollar tempranamente cáncer de hígado o muerte por insuficiencia cardíaca severa.

Con el fin de abaratar costos, la mayoría de los propietarios y amaestradores mantienen a los perros en condiciones de vida deplorables. Pasar varios días sin comer es una rutina a la cual los galgos están acostumbrados. Sin embargo, el hecho no se remedia cuando son alimentados, ya que se les provee carne de animales cancerosos -rechazada por la industria para el consumo humano. Argumentar que los animales están en perfectas condiciones ya que de lo contrario no servirían es una falacia total. Los perros son mantenidos en el punto mínimo de sobrevivencia para que sólo puedan correr. Por eso, muchos de ellos no pueden resistirlo y se mueren. Algunas veces los animales no deseados son víctimas de perversos abusos por parte de sus explotadores.

Existen otros animales, además de los galgos, involucrados en el juego de estas mortales carreras. Son en su mayoría conejos, a los que se utiliza como señuelos vivientes para motivar a los galgos a correr más rápido durante las carreras. Miles de estos animalitos mueren año tras año. El entrenamiento se realiza varias veces al día dando como resultado conejos con las patas quebradas. Sus gritos de dolor excita más a los perros que son azuzados para cazarlos. Cuando ya no sirven para cumplir la función de «señuelos», a los galgos se les permite cazarlos definitivamente y comérselos.

Por otra parte, los entrenadores aseguran que cuesta mucho menos dinero utilizar conejos vivos. Sin embargo en algunos países, incluido el nuestro, sólo entrenan galgos con señuelos artificiales como bidones, cajas, etc.

No vale la pena esforzarse por mejorar las condiciones de vida de los galgos. Seguirán siendo objetos asignados a la obtención de ganancias.