Educación vegana simplificada
Gary Francione | marzo 25 y abril 9, 2008 | Traducción: Ana María Aboglio. Ediciones Ánima
Primera y Segunda parte-
PRIMERA PARTE
© Gary Francione. © Traducción: Ana María Aboglio © 2008 Ediciones Ánima
Texto perteneciente al Blog personal de Gary Francione.
25 de marzo 2008
Una de las cosas que escucho con frecuencia es que educar a las personas acerca del veganismo, particularmente a los que no conocemos, es difícil
Por el contrario, nuestras interacciones cotidianas con las personas ofrecen muchas oportunidades para discutir acerca del veganismo. Este ensayo se ocupará de dos ejemplos. Presentaré otros en futuros ensayos.
Por ejemplo, en enero de este año, tuve que llevar a Robert, uno de nuestros perros, a ver a un especialista en la Escuela de Veterinaria de la Universidad de Pennsylvania. Había una mujer –me voy a referir a ella como “Jane” en este ensayo, pero este no es su verdadero nombre– sentada en la sala de espera. Jane estaba con una galga. Y como siempre sucede cuando dos humanos están en estos lugares con sus compañeros no humanos, comenzamos a conversar acerca de qué problemas de salud nos habían llevado a Penn. Y esto llevó a cómo Jane había adoptado a su perra que tenía un grupo de rescate y a cómo fue encontrado nuestro perro viviendo debajo de un auto abandonado.
Después de un minuto o dos de hablar acerca del horror que es la industria de las corridas de galgos, le dije a Jane que solía enseñar en la Universidad de Pennsylvania muchos años atrás, y que Penn era famosa por los horribles experimentos, pruebas y procedimientos “educacionales” que hacían en perros y otros animales no humanos. Ella dijo que había escuchado acerca de los experimentos animales en Penn y le mencioné cuán extraño era que una parte del edificio se dedicara a la aplicación de la medicina veterinaria para ayudar a los animales que amaban los humanos y otra parte del edificio se dedicaba a torturar no humanos que no eran miembros de ninguna familia. Jane afirmó que realmente no tenía sentido tratar algunos perros y gatos como miembros de nuestra familia y tratar algunos perros y gatos como “instrumentos de investigación”
“Muy cierto,” dije. “Pero en muchos aspectos, somos todos exactamente igual a esos veterinarios de Penn. Tratamos algunos animales como miembros de la familia y a otros, los dañamos.”
Parecía confusa. “¿Qué significa esto?” Yo jamás dañaría a un perro o gato.” Cambié la conversación, dejando de hablar de perros y gatos y comenzando a hablar sobre vacas, cerdos y gallinas, y acerca de cómo estos animales no son, en realidad, diferentes de los perros y los gatos. Hay algo muy extraño en el hecho de que consideramos algunos no humanos como miembros de la familia, como seres que amamos y cuya personalidad reconocemos, mientras que, al mismo tiempo, clavamos los tenedores en otros animales que no son diferentes –tanto moral como prácticamente–, de aquéllos que amamos.
Jane se quedó en silencio por un momento y entonces preguntó, “¿sos un vegetariano?”
“Soy vegano,” respondí.
“¿Querés decir que ni siquiera bebés leche?” preguntó.
“Correcto. No como huevos, ni ningún producto lácteo.”
“Puedo entender no comer carne. Pero ¿qué está mal con los lácteos y los huevos?”
“Todo. Los animales usados en la industria láctea o de los huevos son mantenidos vivos por más tiempo que la mayoría de sus equivalentes “para carne”, son tratados peor, y terminan en el mismo horrible matadero.”
Jane parecía perturbada.
“¿Pero no es realmente difícil ser vegano?” preguntó.
“En absoluto,” le respondí. “Es increíblemente fácil y es mejor para vos y para el planeta, además de ser lo correcto si considerás a los no humanos como miembros de la comunidad moral.” Pasé unos pocos minutos hablando acerca de los beneficios para la salud de la dieta vegana y del desastre ecológico de la agricultura basada en la cría de animales.
Nuestra conversación se detuvo por unos 30 segundos y entonces Jane preguntó, “podrías conseguirme alguna información acerca de cómo hacerse vegano?
“Claro. Dame tu dirección de email.” Así lo hizo.
Conversamos durante algunos pocos minutos más acerca de la gran varidad de alimentos veganos que ya están disponibles, y entonces nos llamaron a Robert y a mí para ver al veterinario. Jane se había ido cuando salimos. Esa tarde, le envié a Jane varias cosas para leer acerca del veganismo –tanto acerca de los temas concernientes a cuestiones morales como de salud y ambientales como así también informaciones prácticas acerca de nutrición y de cómo preparar la comida vegana de manera rápida y fácil–. Esa noche, recibí una breve respuesta, “Gracias. Lo voy a leer con interés.”
Dos semanas atrás, recibí un email de Jane –el primero que tuve después de haberle enviado este material–. El email decía, en parte: “Ya soy un 60% vegana y estoy empeñada en llegar al 100%. Me siento mejor tanto en términos espirituales como físicos. Estoy usando la comida vegana para perros que me recomendaste ¡y ella la adora! Gracias por tu tiempo.”
Los hospitales y oficinas veterinarios son siempre lugares óptimos para comenzar conversaciones acerca del veganismo. La gente está concentrada en sus compañeros no humanos y están emocionalmente muy abiertas a pensar, en forma más abstracta, acerca de los animales no humanos en general. No puedo recordar siquiera haber estado en un consultorio veterinario sin que iniciara una conversación con alguien que no se desviara hacia el veganismo (y hemos tenido hasta siete cachorros de una vez, todos rescatados del abandono, así que tenemos mucha experiencia en consultorios veterinarios).
Otro lugar excelente para hablar acerca del veganismo es dentro de un avión.
Cuando piden cualquier tipo de comida especial en un vuelo, esas comidas usualmente se sirven primero. La azafata viene y pregunta si ordenaste un “comida especial.” Siempre respondo, “sí, pedí una comida vegana sin ningún producto animal de ningún tipo que sea.” La mayoría de las veces, la persona sentada a mi lado, o las dos personas sentadas a ambos lados (si estoy en el asiento del medio) me preguntan si tengo alergias o porqué pedí una comida de este tipo. Esto, por supuesto, abre la puerta para una discusión acerca de porqué es que soy vegano. Dependiendo del tiempo que pase entre que llega mi comida y la distribución de las demás, el 20% de las personas con las que conversé preguntan a la azafata, cuando llega con el carrito, si hay otra comida vegana disponible. (De hecho, nunca comienzo a comer mi comida hasta que venga el carrito, para el caso de que esto ocurra y no haya una comida vegana extra, porque así le doy la mía con felicidad a mi vecino, como ya lo hice en varias ocasiones).
Algunas de las mejores discusiones que tuve acerca de derechos animales y veganismo sucedió en los aviones, particularmente en los vuelos transatlánticos. Estás ligado a alguien cerca de 7 horas y las personas con frecuencia están felices de pasar por lo menos parte de ese tiempo hablando con quien está sentado frente a ellas.
Una de mis historias favoritas ocurrió varios años atrás. Estaba rumbo a Paris, sentado cerca de una mujer que tenía un abrigo de piel. No estaba usando el abrigo, sino que lo tenía sobre el asiento. Yo estaba leyendo una copia de mi Introduction to Animal Rights, la cual, para ese momento, estaba con la idea de hacer una segunda edición y considerando modificaciones que podía hacer. El vuelo se retrasó dejando el aeropuerto de Newark, así que conversamos un poco acerca de las conexiones que teníamos en París. Ella vió mi libro y preguntó, “¿es un buen libro?” Sonreí y dije que era ¡un libro “excelente”! Me pregunto si era uno del “tipo de los derechos animales.” Le dijo que sí lo era, y ella pasó los próximos 30 minutos (durante los cuales continuábamos en el portón) hablando acerca de sus dos perros y de cuánto los iba a extrañar mientras estuviera en su viaje de negocios en Francia, etc.
Y entonces ella llevó el tema hacia su abrigo de piel. Dijo, “mi abrigo de piel debe ofenderlo. Le pido disculpas.” Comenzó explicándome que era un abrigo hecho con zorros “de criadero” y que los animales no eran capturados con trampas. Le expliqué cómo los animales “de granjas” son torturados de la misma manera que a los que cazan con trampas –no más ofensivo que el abrigo hecho de cuero o lana. Ella pareció quedarse perpleja al escuchar esto. “¿No usa lana o cuero?” “No,” le respondí, “Soy vegano.”
Pasé los próximos 15 minutos (aún en el portón) explicando qué era el veganismo y asegurándole que el mismo ofrece una amplia variedad de opciones saludables y excitantes, y que es la lógica elección para cualquiera a quien le importe los animales no humanos. Entonces le sugerí que los zorros matados para hacer su abrigo de piel no eran diferentes de los perros que ella estaba tan triste por dejar en Nueva Cork durante dos semanas. Comenzamos entonces a hablar de la “esquizofrenia moral” que afecta e infecta nuestro pensamiento acerca de los no humanos.
El avión decoló, las refacciones comenzaron a servirse, me dieron mi comida vegana, y mi vecina preguntó inmediatamente a la azafata si había una comida vegana extra a bordo. Había una, y ella la pidió. Pasamos las próximas horas hablando acerca de derechos animales y veganismo ¡y confesé ser el autor del libro por el que había preguntado!
Después de 2 meses después de ese vuelo, recibí un email de esta persona. Ella habiá dado su abrigo de zorros a un grupo animalista que lo usaría en una demostración anti-pieles y había encargado Introduction to Animal Rights en Amazon.com y lo había leído. Estaba trabajando hacia el veganismo, usando una técnica que le había sugerido, en la que ella no comería ningún producto animal en una comida, luego en dos comidas, luego en 3, y después en todos los refrigerios también. Pasaron otros 2 o 3 meses y ella escribió para decir que era completamente vegana.
La educación vegana es desafiante. Vivimos en una cultura en la que la mayoría de la gente asume sin pensar que consumir productos animales es “normal” o “natural”. La educación vegana demanda mucho tiempo, con frecuencia significa trabajar persona por persona y emplear bastante tiempo en eso.
Pero cada día nos presenta toda una suerte de oportunidades para educar a otros y las oportunidades más efectivas son los intercambios amistosos, calmados, entre dos seres humanos pensantes.
Y cada persona que se hace vegana es una contribución vital para la revolución no violenta que eventualmente desviará el paradigma de los animales como propiedad, hacia el de los animales como personas.
SEGUNDA PARTE
© Gary Francione. © Traducción: Ana María Aboglio © 2008 Ediciones Ánima
Texto perteneciente al Blog personal de Gary Francione.
9 de abril de 2008
Recientemente un amigo me hizo la siguiente pregunta: “¿Qué le decís a la gente que son veganos y que educan a otros acerca del veganismo pero que también están preocupados en relación a los circos, caza, y otras formas particulares de explotación animal? ¿Le aconsejás que no se dirijan hacia esos temas en absoluto y que simplemente se centren en el veganismo?”
Por supuesto que no.
Ciertamente es el caso en el que aconsejo que los defensores no gasten su tiempo y recursos en campañas centradas en un solo tema. La razón es simple: las campañas centradas en un solo tema invariablemente transmiten la impresión de que algunas formas de explotación animal son moralmente distinguibles de otras que son peores o que deberían singularizarse por una crítica en especial. Por ejemplo, una campaña contra las pieles transluce la impresión de que hay alguna relevancia moral entre la piel y otras formas de vestimenta con animales, tales como el cuero o la lana. Una campaña contra comer cuerpos animales transmite la impresión de que comerlos es moralmente más objetable que beber leche o comer huevos. Una campaña contra las jaulas en batería convencionales sugiere que los huevos de gallinas criadas “a campo libre” son deseables en un sentido moral.
Este problema es inherente a las campañas centradas en un solo tema, en una sociedad en la cual la explotación animal es considerada como normal. Si tales prácticas X, Y, y Z, son todas consideradas como normales en una sociedad y están muy emparentadas, entonces una campaña contra X, pero no contra Y y Z, sugiere que hay alguna diferencia relevante entre X por un lado y Y y Z, por el otro. Por ejemplo, vivimos en una sociedad en la que es considerado como normal o “natural” comer cuerpos y otros productos animales. Una campaña que se centre en la carne da la impresión de que hay una diferencia moral entre la carne y otros productos animales, lo cual no es el caso. La prueba de esto se encuentra en el hecho de que muchos defensores de los animales son vegetarianos pero no veganos. Y ellos hacen esta distinción, entonces ¿qué podemos esperar del público en general?
Esta situación se diferencia de otra en la que X, Y, y Z son todas consideradas como actividades o prácticas objetables. Por ejemplo, todos consideramos el genocidio como una cosa mala, sea que ocurra en Darfur, Somalía, o Bosnia. Si tenemos una campaña para que se detenga el genocidio en Darfur, eso no significa que pensemos que el genocidio en otros lugares es aceptable. Consideramos la violación y la pedofilia como moralmente objetable. Una campaña contra una no implica ninguna aprobación tácita de la otra o ninguna idea de que una es moralmente distinguible de la otra.
Este problema inherente a las campañas centradas en un solo tema se exacerba por el hecho de que los grupos animalistas que promocionan estas campañas con frecuencia alaban explícitamente a los explotadores que pueden parar o modificar alguna práctica de explotación, pero que continúan manteniendo otra práctica relacionada. Por ejemplo, algunos defensores de animales alaban a los huevos de “campo libre” como la alternativa “socialmente responsable” a los huevos de gallinas criadas en “jaulas en baterías”. Muchas grandes organizaciones de defensa animal sostienen o aprueban las etiquetas “humanitarias” que se colocan en los productos animales. Un prominente filósofo de ética animal afirma que ser un “omnívoro consciente” es “una posición ética defendible.” Este tipo de conducta conlleva un mensaje moral muy claro y explícito: Algunas formas de explotación animal son moralmente aceptables.
Más aún, las campañas centradas en un solo tema no sólo crean la impresión errónea de que algunas formas de explotación son, en un sentido moral, cualitativamente diferentes de otras, sino que con frecuencia resultan en falsas “victorias”. Por ejemplo, la campaña de un solo tema en California contra el paté de foie gras (1, 2) resultó en una ley que, de hecho, fue apoyada por el único productor de paté de foie gras de California, porque la misma lo protegió de cualquier acción legal que se pudiera hacer contra él, hasta el 2012, y probablemente será derogada antes de que ni siquiera entre en vigencia si la producción de paté de foie gras puede ser hecha más “humanitariamente”.
Así que no soy partidario de poner tiempo y dinero en campañas centradas en un solo tema. Sostengo que nuestro tiempo, esfuerzo, y otros recursos son mejor utilizados en la promoción del veganismo. Dado que el 99% del planeta considera que comer alimentos animales y consumir o usar productos animales es aceptable, nunca cambiaremos el paradigma que necesitamos cambiar si vamos a dejar fuera la noción de que los humanos tenemos un derecho moral a explotar a los no humanos. Necesitamos construir un movimiento no violento para la abolición que tenga al veganismo como su basamento moral.
Pero eso no significa que no deberíamos oponernos a formas particulares de explotación. Por ejemplo, el fin de semana pasado, un caballo, Eight Belles, que corre en el Kentucky Derby fue asesinado inmediatamente después de la carrera y sobre la pista cuando sus tobillos se agotaron como resultado de una carrera más larga y veloz que la que ella estaba preparada para soportar. Fui entrevistado en un show radial y me preguntaron acerca de mis puntos de vista acerca de Eight Belles. Expliqué que me oponía a todas las carreras de caballos pero como parte de mi idea general de que los humanos no tenemos justificación moral para usar no humanos en absoluto, incluyendo para comida. El anfitrión del programa entró en conversación y habló acerca de cómo y cuánto quería y cuidaba a su perro pero tenía una parrillada aquel fin de semana pasado en la cual consumió otros animales. Así que, en cuestión de unos pocos minutos, fue hecha la conexión entre las carreras de caballos y otras formas de explotación, particularmente el consumo de productos animales.
Cuando discutimos y criticamos una forma particular de explotación, es importante dejar en claro que consideramos la práctica en particular como moralmente injustificable, y no que pensamos que la práctica o la actividad pueda ser mejorada si la regulamos de manera que sea más “humanitaria”. Y es crucial dejar en claro que nuestra oposición a la práctica o actividad es parte de nuestra oposición total hacia todo uso de animales. No deberíamos eludir el dejar claro que buscamos la abolición de toda la explotación animal.
Así que cuando estén enfrentando una práctica o actividad en particular y quieran dar o les pidan un comentario, deberían hacerlo, si les parece. Sólo sean claro en que la solución al problema no es hacer la actividad o práctica más “humanitaria”, sino reconocer que la práctica es nítidamente frívola, como es la mayoría de nuestro uso de los no humanos, y que debería ser abolida –como debería serlo toda la explotación animal–.
Aquí hay dos ejemplos:
Pregunta: Estoy leyendo acerca del paté de foie gras. ¿La manera en que se hace es terrible, no es cierto?
Respuesta: Sin duda lo es. Pero no es realmente diferente de cualquier otra cosa que también comemos. El bife que comiste esta noche, o el vaso de leche que tomaste esta mañana, implican un proceso de producción tan horrible como el que está implícito en el paté de foie gras. Y no tenemos ningún derecho a matar animales no humanos sólo porque pensamos que ellos tienen un rico sabor, independientemente de lo bien que los tratemos.
Pregunta: El circo está llegando a la ciudad. Como defensor de los animales, ¿qué pensás acerca del uso de los animales en los circos?
Respuesta: Pienso que es terrible. Les imponemos sufrimiento y muerte a los animales por mero entretenimiento y esto es realmente inconsistente con lo que afirmamos creer cuando expresamos nuestro acuerdo con la idea de que está mal infligir sufrimiento “innecesario” a los animales. Pero entonces, usar animales en los circos, realmente no es diferente de comer animales, lo cual es también algo que involucra nuestro placer o entretenimiento y es simplemente inconsistente con lo que decimos que creemos. No hay manera de darle sentido lógico alguno al hecho de que tratamos a algunos no humanos animales como miembros de nuestras familias y le clavamos el cuchillo a otros, o los torturamos para nuestro disfrute en circos, zoológicos, o rodeos.
Si deberían o no emplear su tiempo y energía en legislación concerniente a circos, es otra cuestión. Como ya dije, en este momento el contexto cultural es tal que hace que de lejos tenga más sentido emplear nuestro tiempo focalizando en el uso de los animales para comida, que es la práctica primaria que, en efecto, legitima otras formas de explotación. Pero si deciden hacer campañas contra los circos, su campaña debería, como mínimo, oponerse al uso de todos los animales en los circos sin ninguna excepción, y dejar claro que los circos no son mejores o peores que otras formas de uso de animales, todas las cuales deberían ser abolidas si nos vamos a tomar a los animales en serio.