Día Internacional del Veganismo 2024
1°|11|2024
En este 1° de noviembre, ya promediando el cuarto del siglo que da entrada al llamado “giro animal”, podemos decir que algo hemos logrado, y lo decimos en nombre de Ánima y desde estas coordenadas de tiempo y lugar.
Por ejemplo, que el veganismo no es una dieta, que no es un grupo de ciudadanos luchando por su reconocimiento, que apuesta a posiciones ecológicas no antropocéntricas pero también antiespecistas, que nada tiene que ver con una “pureza” o “superioridad” ética, etc.
Lo que sí parece que aun no se ha instalado en el discurso mayoritario, es que la elección personal de no participar en el daño que se le hace a otros animales es apenas una BASE coherente con la cual movilizamos fuerzas abolicionistas, o sea, lo mínimo que podemos hacer por los animales. Esto significa que la resistencia a la opresión y la explotación que implica el veganismo es una reivindicación de justicia para los más vulnerables de los animales de la Tierra y no una posición ética personal que hace girar el tema alrededor de la “libertad de elección” o el “estilo de vida”.
Claramente, esto es más difícil de aceptar en sociedades basadas en el derramamiento de sangre animal.
¿Pero cómo puede aspirarse a la paz cuando hacemos una guerra cotidiana a todos los animales?
Donde impera el individualismo y la indiferencia, la lógica de la dominación de los otros –animales humanos y lo más que humano– parecerá eso, algo “lógico”, una forma de convivencia “natural”, cuando no es más que el producto de nuestras letales elecciones de convivencia, dentro de un modelo donde al menos a los humanos no los crían para comercializarlos como materia prima.
Se habla hoy en día de derechos animales, de seres sintientes, de sujetos de derechos… Pero cualquier cambio profundo que no afecte las relaciones de apropiación de los animales podría estar beneficiando solo a los que tienen la suerte de ser parte del derecho de familia o a los que se parecen tanto a los humanos que son “como nosotros”. En definitiva, líneas profundamente antropocéntricas, donde la “crueldad” es definida de manera que no afecte el daño aceptado institucionalmente.
Estamos en momentos claves, nosotros mismos en peligro de extinción. Pero hay cada vez más consciencia de lo que significa el veganismo. El logo de Ánima, entonces, es el símbolo de un mundo posthumano donde un perro, inconmensurable con su tamaño mayor que el del propio planeta, da OTRA MIRADA a un mundo por venir con el que se esperanza. Uno que parece utópico pero que es posible si despreciamos la “lógica de la dominación”: todos esos discursos cargados de eufemismos y de racionalidades con los que se intenta justificar lo injustificable. Un mundo donde no nos matemos por los recursos que nunca alcanzarán porque no están destinados a la supervivencia sino al bolsillo de los “dueños de las cosas”.
Sigamos teniendo entonces el honor de seguir luchando por esta causa, sembrando más de esas semillas abolicionistas que hacen brotar el veganismo como práctica de justicia e igualdad. Esto recién empieza.
Ánima