Derechos y grandes simios

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Ana María Aboglio | Revista Uno mismo | 2004 Ediciones Ánima

Uno de los científicos que decodificaron el genoma humano, Craig Venter, señaló que el hombre conserva estructuras genéticas de especies anteriores a él. A partir de allí, la teoría de la evolución comienza a ser una ley de la biología. Darwin confirmado. En una conferencia de prensa ofrecida en julio del 2000, Venter dijo además que los genes humanos también se hallaban en otras especies animales porque «venimos de esas especies».

El autotitulado Homo sapiens se expande por la Tierra alcanzado actualmente la impresionante cantidad de 6.0 billones. Los seres gracias a los cuales el supuestamente sabio fue posible, han sido colocados detrás de una inexistente barrera ontológicamente eregida para justificar la esclavitud. Al colocarse en la cima de una cumbre jerárquica, actuó para dejar al resto de las criaturas sintientes en estado desesperante. Este es el problema y no una cuestión de competencia. El antropocentrismo considera al humano fuera de la naturaleza y no parte de ella, destruyéndola y aumentando de esta manera, también, el sufrimiento humano.

A lo largo y ancho del mundo los animales son maltratados, torturados y muertos, a pesar de la creciente preocupación e interés de muchos en contra de esta barbarie, todos los cuales embanderan aparentemente el mismo reclamo del movimiento por los «derechos animales». Más y más gente se horroriza cuando conoce la realidad de los laboratorios de experimentación y la temporada en el infierno por el que transcurrió la carne o el lácteo del menú. Pero es muy poco el progreso que puede hacerse cuando la sociedad industrial mecanizada los ha convertido en objeto de explotación. Todos los esfuerzos legislativos de la última centuria y más temprano aún, acudieron a la estrategia de la protección, incluso propiciada porque quienes creen en los derechos pero no ven la forma de alcanzarlos excepto en un futuro lejano. Uno que nunca llega. Bajo estas leyes bienestaristas los animales continúan esclavizados para ser utilizados en el negocio que desarrollen sus propietarios. El resultado está a la vista : las reformas bienestaristas refuerzan la condición de cosa del animal. Años para conseguir ‘mejoras’ que se aplicarán dentro de 20 años siempre que algún grupo económico poderoso no consiga suspenderlas por unos cuantos años más. Y luego la mejora : tortura de 9 a 20hs, pero nunca en las tardes del domingo. 9 operaciones en vez de 10. Reducción a 999 animales en vez de 1000. Jaulas 10 centímetros más anchas.

El dolor animal está sostenido por costumbres y estructuras socio-económicas, culturas especieístas y lenguajes que moldean la futura concepción del animal como inferior. Al igual que en el mundo antiguo y en América del Norte y Central tras la colonización europea había sociedades esclavistas donde el esclavo era un bien mueble, las especies animales, aún las más cercanas al humano, están hoy sometidas a esclavitud. Legalmente los animales necesitan derechos, no protección. Obtenidos en forma progresiva según corresponda. Miles de amantes de los animales trabajan duramente a diario salvando vidas, abriendo o colaborando en refugios, ofreciéndose como voluntarios, manifestando su oposición a través de protestas, comunicando a los medios denuncias específicas de maltrato o crueldad. Todos los que individualmente o a través de sociedades protectoras cumplen este papel fundamental en la sociedad merecen que la defensa animal alcance el nivel legal apropiado para respaldarlos. Y los animales merecen, a nivel legal, más que protección: Merecen respeto. Si lo tuvieran, no necesitarían tanta protección.

Los humanos están incluidos dentro del mismo status de igualdad moral. ¿Porqué se protege el derecho a la vida y a la libertad? ¿Porqué se prohibe la tortura? ¿Por el gran desarrollo de la capacidad de razonar que tiene el humano? NO. Simplemente porque siente, porque le duele, porque quiere vivir. El escritor y músico Paul Bowles dijo a una edad avanzada y ya muy enfermo: «La razón por la que quiero seguir viviendo es que soy un animal, y todos los animales quieren prolongar la vida a costa de lo que sea. Es una razón existencialista.» [Diario Página 12, reportaje aparecido el 7/3/99]

Todos los animales están fuera de esta comunidad moral que otorga derechos básicos y por lo tanto estos derechos le son negados. El Proyecto Gran Simio propone el primer paso para ampliar el círculo de la consideración ética, de manera que incluya a los otros grandes simios: chimpancés, bonobos, orangutanes y gorilas. Mientras que el hombre puebla la Tierra en un número abrumador, la situación en que ha colocado a sus parientes más cercanos es la siguiente:

» Pan troglodytes troglodytes, P.t.verus y P.t.schweinfurthii, los chimpancés.
» Pan paniscus, los bonobos.
» Gorilla gorilla gorilla, G.g.graueri y G.g. beringei, los gorilas de tierras bajas occidentales, orientales, y de montaña.
» Pongo pygmaeus pygmaeus y P.p.abelii, los orangutanes de Borneo y de Sumatra.

» Chimpancé – (Pan troglodytes) – 100 000-150 000 (unos 2500 en cautiverio)
En peligro de extinción.

  • Chimpancé del Este (Pan troglodytes schweinfurthi) :Más de 5000 en la República Democrática del Congo; 8000 en Uganda, Ruanda, Burundi y Tanzania
  • Chimpancé del Centro (Pan troglodytes troglodytes): 80 000, principalmente en Gabón y Congo.
  • Chimpancé del Oeste (Pan troglodytes verus) No más de 12 000

» Bonobo – (Pan paniscus ) – 10 000-25 000
En peligro de extinción.

» Orangután – (Pongo pygmaeus) – 38 5000 antes de los fuegos. No se conoce el número exacto después de los fuegos de 1997-98, pero podría ser una suma que rondara entre 25 000 hasta menos de 15 000)
En peligro de extinción

  • Orangután de Sumatra (Pongo pygmaeus abelii): 7 500.
  • Orangután de Borneo (Pongo pygmaeus pygmaeus): 31 000.

» Gorila – (Gorilla gorilla) – 40 000-65 000.
En peligro de extinción.

  • Gorila de montaña(Gorilla gorilla beringei):6 507.
  • Gorila de las tierras del Este(Gorilla gorilla grauerii):17 000.
  • Gorila de las tierras del Oeste(Gorilla gorilla gorilla):30 000 a 40 000

Los grandes simios no humanos junto con el Homo sapiens -también un gran simio- forman parte de una idea, un libro y una organización: el Proyecto Gran Simio. La idea: incluir dentro de la comunidad de los iguales a los grandes simios no humanos para otorgarles la protección legal que sólo los humanos poseen. El libro: artículos de importantes y variados especialistas que aportan, además del dinero de sus colaboraciones, argumentos abrumadores a favor de la extensión de nuestra comunidad moral. La organización: un grupo internacional fundado para extraer a los grandes simios de la categoría de propiedad de los humanos e incluirlos inmediatamente dentro de la categoría legal de ‘personas’ que, al igual que niños, discapacitados, y sociedades civiles y comerciales -personas jurídicas-, podrían ser protegidos y representados por un tutor.

El Proyecto Gran Simio, fundado en 1993 por el filósofo Peter Singer, dice que no pretende correr la barrera de las especies para erigirla un tanto más allá, sino que intenta que la destruyamos entre todos. No cabe duda, dicen los colaboradores, «que muchos de nosotros, a título individual, querríamos ampliar la comunidad de los iguales también a otros muchos animales». Lo que el Proyecto haría, como señala el autor de Moral, Reason & Animals, Steve Sapontzis, es aprovechar estas cualidades para alcanzar una meta posible en el corto plazo, teniendo en cuenta las deplorables condiciones de explotación a que es sometida la inmensa mayoría de los animales, y considerando que no quedarían comprometidos los ideales de la liberación animal. Porque la razón fundamental por la que los animales son merecedores de derechos, no radica en las aptitudes intelectivas poseídas en más o en menos por muchos animales. Quien haya tenido una muy cercana relación con un animal doméstico -y no me refiero al «dueño» de una «mascota», sino al guardián o tutor -y amigo- de, por ejemplo, un perro llamado Ron-, conoce la generosa, sutil, impresionante gama de posibilidades que integra la comunicación con un animal, y que es origen de programas de atención en medicina veterinaria. Se ha nutrido con su afecto incondicional y beneficiado con su compañía allende cualquier distancia que acerque al animal al tipo de inteligencia humana. Conoce su sensibilidad para el dolor y para el placer. Sabe que tiene una clara idea de sus deseos y aversiones. Por esto es que la equiparación moral con el animal humano se asienta en la capacidad para sentir y la tenencia de intereses propios. Como punto filosófico de partida, el reconocimiento de su valor inherente. Lo que significa, en palabras del filósofo Tom Regan, que son «los sujetos de una vida, esto es, los sujetos que experimentan una vida en cuyo transcurso les va mejor o peor; los que tienen una vivencia individual de su bienestar, con independencia, como es lógico, de la utilidad que puedan tener en relación con los intereses o el bienestar de otros seres.»

La demanda del Proyecto Gran Simio es un desafío dado el terrible sometimiento en que se encuentran los animales no humanos. Pero por otro lado podría llegar a ser la apertura a una nueva ética que señala la inconsistencia del especismo.

Quienes circulan por las calles del poder llevan al sometimiento a los más indefensos y desprotegidos. Nadie más desamparado que un animal. No puede defenderse, no puede hablar. Aunque la primera chimpancé que aprendió el lenguaje de señas norteamericano, Whashoe, pidió que se la saque de la jaula donde una vez fue introducida.