Cáncer de mama

Extraído del Dossier: «La mentira láctea», por Alejandro Kapacevich. Ediciones Ánima.

El cáncer de mama es la primera causa de mortalidad entre las mujeres de 30 a 40 años de edad. El riesgo de padecerlo es alarmante: una de cada ocho.

Los productos lácteos están conectados con el riesgo de contraer cáncer de mama. En un estudio realizado por la Universidad de Nueva York se demostró de manera contundente que una dieta alta en grasas basada en carne, queso, manteca y leche, aumenta el riesgo de esta enfermedad. El cuerpo produce más cantidad de estrógenos -hormonas femeninas-, y si además la dieta posee poca fibra, el cuerpo no podrá eliminarlas.[5]

Una dieta vegana es completamente libre de grasa animal y aporta una gran cantidad de fibra. Es por eso las mujeres que llevan este estilo de vida poseen menos estrógenos en la sangre. También tienen más hormonas de contención de globulina, la proteína que contiene y desactiva los estrógenos. Los productos derivados de la soja son una fuente concentrada de fitoestrógenos, beneficiosos para reducir el cáncer de mama.[6]

Los estudios que se hicieron a distintas poblaciones comprueban que el cáncer de mama se produce con más frecuencia en lugares donde se consume más cantidad de leche. En los años 50 era poco frecuente esta enfermedad en Japón, donde diariamente se consumía una dieta baja en grasas. La base de la dieta japonesa era el arroz, junto con una gran cantidad de verduras. Casi nunca se consumían productos lácteos y si alguna vez se usaban se hacía en pequeñas cantidades, básicamente como condimento. En las últimas décadas todo ha cambiado. La influencia occidental ha penetrado en la dieta asiática y los restaurantes de comida rápida se han extendido rápidamente. Entre los años 50 y 80, el consumo de arroz y verduras ha caído abruptamente, mientras que el consumo de carne, aves y huevos se ha multiplicado por ocho. Durante ese tiempo, han aumentado los índices de cáncer de mama. Las mujeres adineradas japonesas que comen carne a diario tienen un riesgo de contraer cáncer de mama ocho veces superior al de las japonesas que casi nunca, o nunca, comen carne.[7];[8]

El Comité de Médicos para una Medicina Responsable, de Estados Unidos publicó un estudio, en 1997, determinando cuáles eran los componentes de la leche que producen esta enfermedad. El problema no sólo se encuentra en la grasa sino también en los factores de crecimiento que contiene la misma -con el fin ayudar a los terneros a crecer rápidamente-. El más conocido de ellos, llamado «factor de crecimiento semejante a la insulina» o IGF-1, es un estímulo para el crecimiento de las células cancerígenas aún mayor que los estrógenos.[9]

Las mujeres con un incremento en sangre del nivel de IGF-1, tienen 7 veces más posibilidades de contraer cáncer de mama posmenopáusico que las mujeres con niveles mas bajos. El IGF-1 es un potente estimulante de la división celular en los cultivos de tejidos de mama, que bloquea la autodestrucción programada de células cancerígenas y promueve su crecimiento y capacidad de invasión. Todas las leches de vaca contienen algo de IGF-1 y la leche de vacas tratadas con BGH -Hormona de Crecimiento Bovino- contienen mucha mas cantidad. La leche es alta en proteína y zinc. El consumo de estos nutrientes está asociado con un aumento en los niveles de IGF-1. [10]

De acuerdo a las recomendaciones del Dr. Walter Willet -nutricionista y epidemiólogo de la Escuela de Harvard de Salud Pública y el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer- se deben tener en cuenta ciertas pautas para evitar el cáncer de mama [11]:

1) Evitar el aumento de peso en la vida adulta.
2) Limitar el consumo de alcohol a cantidades moderadas.
3) Tomar suficiente ácido fólico.
4) Reemplazar la grasa saturada por el aceite de oliva.

Nunca es tarde para dejar los productos lácteos. Las dietas basadas en productos vegetales contienen poca grasa y son ricas en fibra, hidratos de carbono complejos y beta-caroteno. También ayudan a mantener la línea, lo que, sucesivamente, ayuda a prevenir el cáncer y también mejora la supervivencia si el mismo ya está diagnosticado. Ya ves, no hay nada por perder.

Notas (correspondientes a la edición impresa):

[5]: Goldin, B.R., Gorbach, S.L., «Effect of diet on the plasma levels, metabolism and excretion of estrogens», American Journal of Clinical Nutrition, 1988, 48, págs. 787-790.

[6]: Tonilo, P., Riboli, E., Protta, F., Charrel, M., Cappa, A.P., «Calorie-providing nutrients and risk of breast cancer», J Natl Cancer Inst, 1989, 81, pág. 278.

[7]: Wynder, E.L., Fujita, Y., Harris, R.E., Hirayama, T., Hiyama, T., «Comparative epidemiology of cancer between the United States and Japan», Cancer, 1991, 67, págs. 173-195.

[8]: Hirayama, T., «Epidemiology of breast cancer with special reference to the role of diet», Prev Med, 1978, 7, págs. 173-195.

[9]: Outwater, J.L, Nicholson, A., Barnard, N.D, «Dairy products and breast cancer: the IGF-1, estrogen, and bGH hyphotesis», Med Hypoth, 1997, 48, págs. 453-461.

[10]: The Cancer Prevention Coalition.[11]: «Milk and Breast Cancer», Stephen Walsh, 2001.