Buenas compañías. Vínculos y lenguaje.
El vínculo afectivo entre un animal y un humano puede llegar a ser muy profundo.
Para muchos, la más confiable fuente de amor, cuando no la única. Principalmente como animales conviviendo con los humanos, aparecen perros y gatos, pero también, caballos, conejos, terneros, conejos, cerdos y aves. Lamentablemente, también hay quienes pretenden hacerse de animales salvajes, los que nunca deberían estar en cautiverio.
Por un lado, la declaración de amor a perros y gatos que deriva en atención, cuidados, gastos en manutención, preocupación por su salud, integración al entorno familiar. Pero por otro lado, el apoyo a prácticas que los dañan y cosifican.
Permitimos su reproducción en momentos críticos de sobrepoblación y no reclamamos el derecho a que el asunto integre la agenda política de los gobernantes. Como tantas especies, los perros y los gatos tienen una particular forma de percibir el mundo y de comunicarse. Su aprehensión de la realidad cicundante no está influida ni tergiversada por el lenguaje como ocurre con la especie humana. Acercarse a la específica animalidad de estos seres es una experiencia que enriquece al humano y beneficia al animal no humano.
Compartir la vida con un compañero animal es un privilegio. No olvidemos que son como niños pequeños que depende de, y confían en, nosotros.
¿Es importante el lenguaje? Por supuesto. Toda lengua implica una cultura.Toda palabra contiene una idea a la que esa cultura pertenece. La que devalúa al animal exhibe sus concepciones sin pudor y alardea su impunidad sin disimulo.
No los necesita pues, salvo los casos de crueldad individual, la crueldad institucionalizada se llama ciencia, deporte, tradición. Es decir, tiene otro nombre, que la salva de condena. Una transformación que incluya a los animales en el círculo de nuestras consideraciones éticas se lleva muy bien con un lenguaje nuevo. La condescencia del término «mascota» (pet) y la alusión al escalafón de dominio que implica «dueño», hace que prefiramos hablar de «animales compañeros» y de «guardianes» o «cuidadores». Seamos para ellos buenas compañías como son ellos buenas compañías para nosotros.
Ánima Proyecto Buenas Compañías invita a reexaminar larelación que mantenemos con los animales que conviven a nuestro lado, incluyendo su condición legal. Ellos no son nuestra propiedad, aunque dependan de nosotros, como los niños. Podemos y tenemos la responsabilidad de ayudarlos evitando su reproducción, boycoteando los negocios que los explotan y apoyando a legisladores y funcionarios dispuestos a llevar a cabo planes de atención veterinaria y esterilización como único medio de control poblacional a través de centros hospitalarios públicos. Abandonar un animal es un acto de crueldad que debe ser denunciado y penado como tal.