Buenas Compañías. Introducción
Se detuvo en medio de la calle vacía a lamer los diminutos corpúsculos de galletita incrustados en las grietas del pavimento. El hambre había enflaquecido su cuerpo, pero no había mellado su vivacidad. Se acercó, probó apenas el alimento que le ofrecían, olfateó, inspeccionó, se echó. Entendió que había encontrado un umbral seguro donde relajarse y descansar. Uno de tantos, abandonados, perdidos o sin hogar. Uno perteneciente al grupo «problema de la sobrepoblación de perros y gatos». Uno que hoy, tan valioso como cuando vagaba luchando por su vida, ha renovado el ancestral lazo que une al ser humano con el perro. Uno que podría no haber llegado a llamarse Lobo. María Abril.
Los animales no son nuestra propiedad
Cuando decidas responsablemente ingresar a un compañero animal no humano en tu familia, abrile las puertas a un callejero o residente de un refugio. Adoptá. Un compañero no es una mercadería. Evitá su reproducción. Si no podés controlarla, esterilizá a los animales bajo tu cuidado. Tratalo con respeto a su integridad psico-física. Aprendé respecto de su comportamiento natural y esmerate por entenderlo. El confía en, y depende de vos. Preocupate y ocupate del animal abandonado o perdido: tu ayuda hace la diferencia. Reclamá el funcionamiento de servicios veterinarios públicos y gratuitos en tu municipio. Oponete a la matanza de los animales en situación de calle. Detené o denunciá el maltrato.