Sus cuerpos: ovejas

Ovejas

En Argentina se sancionó en el 2001 la ley 25.422, con el propósito de recuperar la cría de ovejas para comida. Esta ley impulsa desde entonces programas genéticos, sanitarios y de mejoramiento de la calidad de la lana. Otorgó importantes créditos para comprar animales, ejecutados por los organismos nacionales y provinciales, impulsando y haciendo más rentable la actividad.

Criadas, esclavizadas y asesinadas para quitarles el pelo, la leche de sus crías y finalmente comercializar los trozos de sus cuerpos, las ovejas adultas van a parar al matadero cuando ya “no sirven más”.

Los principales países consumidores de carne ovina son: Israel, Emiratos Árabes, China, España, Francia, Nueva Zelanda, Australia, Grecia y Arabia Saudita. En Argentina, el consumo promedio, es de 1 kg./hab/año. Sin embargo, en zonas productoras, como la Patagonia, se registran niveles de entre 15 a 26 kg./hab/año.

La demanda de carne ovina se puede segmentar conforme al nivel socioeconómico del consumidor. El capón y la oveja son categorías consumidas normalmente por los estratos de la población de menores ingresos, especialmente en el medio rural. El cordero constituye un alimento tipo «gourmet», y es consumido por los estratos de ingresos medios a altos. En 1986, tres profesoras de la Universidad Nacional de Rosario comenzaron a invertir su tiempo en lograr un ecotipo ovino con menos grasa. ¿Porqué? Porque en el sur de Santa Fe, los hijos de las ovejas utilizadas para producir lana (que es para lo que hasta hace algunos años más se usaba a esta especie) iban a parar a galpones donde, al no poder moverse, tenían luego en su cuerpo un nivel de grasa «no aceptable para el consumidor». El nuevo ecotipo fue registrado en 1999 bajo el nombre de Magrario.

Las madres y crías muchas veces mueren al sufrir complicaciones en el parto, porque también les modifican el tamaño de sus cuerpos. En algunos casos, mueren por las infecciones que les causan las amputaciones de sus colas, o por los huevos que depositan las moscas en los excesivos pliegues de su piel, producto de modificaciones genéticas realizadas para producir aún más pelo.

Se les insemina reiteradas veces para introducir tratamientos hormonales en su cavidad vaginal, inyectadas con PMSG (Hormona Gonadotropina Coriónica equina, extraída tortuosamente del endometrio de las yeguas embarazadas entre los días 40 y 120 de gestación) e intervenidas quirúrgicamente para ser fecundadas. Algunas hembras “seleccionadas” son violadas e implantadas con embriones producidos in vitro, que buscan lograr mediante modificaciones genéticas reducir costos, producir más lana y más carne, además de lograr partos de dos crías, en el “mejor” de los casos para la industria.

Al igual que las vacas, las ovejas también sufren mastitis y daños en los pezones y mamas por la ordeñadora, y la manipulación violenta de los humanos al arrancar las pezoneras, por el sobreordeñe, retención de leche o por el contagio entre otras ovejas con infecciones crónicas, por lo que son medicadas con antibióticos que se les administran en infusiones intramamarias.

Productores agropecuarios encararon un proyecto de Certificación Full orgánico de 300.000 hectáreas que se está llevando a cabo al sudoeste de Santa Cruz, en la zona de «Fuentes del Coyle» en 13 establecimientos agropecuarios sobre la base de 100.000 ovinos adultos. A este proyecto se suman 5 empresas ganaderas más y 2 frigoríficos habilitados para faenar a las ovejas.

Su pelo, como al resto de los animales, les ayuda a mantener la temperatura corporal y adaptarse al clima de la región donde nacen y viven. Lógicamente, no necesitan esquilarse en su estado natural pero la intervención del hombre y la transgénesis las lleva a producir mucha más lana de la que necesitan, llegando a morir por el calor excesivo que no pueden soportar. Esquilarlas, las deja completamente vulnerables a los cambios de temperatura, lo que muchas veces les ocasiona la muerte por hipotermia.

Según el INDEC en el censo Nacional Agropecuario de 2018, publicado en septiembre de 2020, se registraron un total de 8.625.383 individuos en 39.705 empresas agropecuarias. El 66% de ovinos, son utilizados con el doble propósito de quitarles lana y vender sus cuerpos. Las razas más explotadas en nuestro país, son Merino (32%), Criolla (28%) y Cruza (15%).

El 46% de la producción nacional de carne ovina está destinada a la exportación. Los frigoríficos se localizan en las zonas donde se desarrolla la producción ovina. La Patagonia concentra más de las tres cuartas partes de las matanzas del país. En corderos (principal carne de exportación), Santa Cruz representa más del 50% del total. La mayor capacidad de muerte de la región corresponde a los frigoríficos de Santa Cruz.