Sus cuerpos: pavos

En épocas precolombinas, más de 10 millones de pavos salvajes se extendían a lo largo de lo que hoy es el territorio de Estados Unidos y Méjico. Prosperaron trasladándose del bosque hacia la llanura, necesitando sólo su follaje para anidar, los árboles para dormir agua y alimentos como hierbas y nueces. La destrucción de gran porcentaje de su hábitat natural y la caza intensiva redujeron drásticamente el número de pavos que originariamente pisó esta tierra.

En la actualidad, criados para comida, la especie soporta una vida miserable. La producción mundial de carne de pavo promedia los 4 millones de toneladas, suma que representa el 9% de la faena aviar. Estados Unidos es el primer productor con más del 55% del total. Luego continúa Francia con el 15%, y el porcentaje restante lo conforman Italia, Reino Unido, Alemania, Canadá y Brasil. (1)

Durante 2019, se criaron en Latinoamérica al menos 28.240.000 pavos para consumo. Se destacaron Brasil, el mayor productor, responsable del 46% del total de individuos criados para asesinarse en la región., seguido de Perú (5.430.000), Chile (6.050.000), Ecuador (1.330.000), México (1.180.000), Bolivia y Colombia (400.000 pavos criados cada uno), por último, Venezuela y Costa Rica (350.000 y 100.000 respectivamente) (2)

Antes de llegar a las mesas destinados principalmente a las fiestas navideñas y al Día de acción de Gracias, los pavos deben pasar por el proceso de cría intensiva en grandes galpones, donde conviven miles de animales. Hacinados, apenas pueden mover sus cuerpos. La ventilación es casi inexistente, por lo que los animales desarrollan enfermedades respiratorias y ceguera debido al excesivo amoníaco proveniente de la orina y del excremento. La muerte repentina por congestión pulmonar y una enfermedad semejante a la hidropesía, son dos causas de muerte habitual. El intenso estrés los lleva a sufrir rinotraqueitis del pavo (TRT) con frecuencia y colisepticemia. Ambas enfermedades necesitan suministro de antibióticos. Al igual que sus parientes los pollos, se les corta el pico con el fin de reducir el número de muertes por canibalismo. El dolor que esta práctica implica es intenso. También sus patas son amputadas sin anestesia.

Los animales son manipulados genéticamente con el fin de que los productores puedan comercializar mucha más cantidad de carne. El macho adulto puede hoy llegar a pesar 36 kilos, cuatro veces más que su homónimo salvaje. Las enfermedades articulares de cadera son por ésto frecuentes. Aún sin llegar a este peso tienen el pecho demasiado ancho para copular con la hembra, más menuda por lo que se recurre a la inseminación artificial. Los machos son «ordeñados» estimulando sus órganos sexuales hasta extraerles el semen. Las hembras se «abren» para ser inyectadas con una hipodérmica o un tubo largo a través del que el operario sopla, a razón de medio minuto por ave. El proceso es altamente traumático.

Las hembras quieren nidificar e intentan incubar los huevos a pesar de que permanentemente se trata de impedir este poco rentable hábito recolectando los huevos o expulsando a las hembras de los nidos. Se prueban a veces ciertas drogas para neutralizar este molesto deseo.

Cuando tienen entre 12 y 26 semanas, los pavos son enviados al matadero.

Los pavos son grandes y fuertes, pero muy asustadizos. Se los agarra por las patas en medio de un gran alboroto de aves aterrorizadas que son introducidas en cajones donde se lastiman y a veces mueren antes de llegar al matadero. Al igual que a los pollos, se los cuelga por las patas sujetándolos con grilletes. El sufrimiento es mayor por el mayor peso. Las alas que les cuelgan se arrastran sobre rampas electrificadas mojadas aumentando el sufrimiento. Muchos entran en el tanque de escaldado vivos y, tal vez, conscientes.

En Argentina la producción es baja. La mayor parte se importa de Brasil -75%- y Chile -22%- . Uno de los pocos emprendimientos está ubicado en la provincia de Córdoba. Allí, existe una empresa familiar llamada «Frigorífico del Centro» que comercializa carne de pavo. El INTA de Pergamino impulsa la producción del pavo blanco.

En Gran Bretaña se ha hecho una matanza masiva de pavos para frenar la aparición de la cepa más letal del virus de la gripe aviar. Estos exterminios masivos son de aplicación inmediata ante estos casos en cualquier parte del mundo. Las imágenes de las matanzas dan cuenta también de las condiciones de los campos de concentración donde estos seres sintientes son criados para obtener ganancias.

Al igual que se hace con otras especies de aves, se utilizan las plumas de los pavos ya asesinados para obtener carne, en los carnavales, artesanías o elementos de pesca.

Nota:
(1) S.A.G.P. y A. (Secretaria de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación).

(2) “Los 13 mayores productores de pavo en Latinoamérica”, Industria Avícola, 17 de Julio de 2020.