Investigación de la úlcera estomacal

Bill Bingham | oct. 2015 |.Traducción: Ana María Aboglio. Publicado en N.A.V.S.

Los experimentos con animales demoran el avance médico…. otra vez.
Por el historiador médico Bill Bingham.
Publicado en N.A.V.S.[Sociedad Nacional del Reino Unido contra la Vivisección]. Traducción autorizada: Ana María Aboglio.

En 1878, Rodolfo Hedenhain de Breslau describió una nueva técnica, que había desarrollado para estudiar la secreción de jugos gástricos en perros.

La técnica recibió su nombre. El «saco de Heidenhain» es un procedimiento en el cual parte del estómago es aislado del cuerpo principal del órgano.

La secreción de jugo gástrico la inicia normalmente el cerebro que envía un mensaje al estómago a través del nervio vago. La pequeña cantidad de flujo de jugo gástrico que esto produce, estimula el estómago que produce una hormona, la gastrina. La hormona ingresa a la corriente sanguínea; cuando regresa al estómago con la sangre arterial, estimula la producción de grandes cantidades de jugo gástrico sumamente ácido.

Esta hormona se puede producir también por estimulación química directa del interior del estómago, sin que haya ninguna participación del cerebro.

Con la técnica del saco de Heidenhain se cortan los nervios de forma tal que el saco queda aislado del cerebro pero conserva el suministro de sangre local del estómago. Por lo tanto, el saco ha de segregar jugo gástrico en respuesta a una hormona circulante (gastrina) producida por el cuerpo principal del estómago pero no en respuesta a una estimulación extra por parte del cerebro. Se insertan tubos en el saco o se lo puede exponer directamente en la parte exterior del cuerpo de modo tal que se pueda recoger del mismo jugo gástrico libre de la contaminación de la comida.

Durante fines del siglo XIX, los experimentos con la técnica del saco de Heidenhain condujeron a los investigadores a cortar el nervio vago para tratar las úlceras. Se creía que si se podía reducir el ácido que se hallaba en el jugo gástrico, se curarían las úlceras. Sin embargo, los primeros estudios clínicos de 1833 en adelante ya habían mostrado que la actividad digestiva de los jugos del estómago radica en una enzima denominada pepsina, más que en el ácido en sí mismo, por lo tanto echarle la culpa de las úlceras únicamente al ácido era algo incorrecto.

No obstante, el hecho de cortar el nervio vago se convirtió en un método estándar de tratamiento en los pacientes que sufrían de úlcera. Para la década de 1940 se había llegado a un grado de aceptación tal que no se podía abandonar realmente este método.

Pero ahora se sabe que el papel que desempeña el nervio vago es en parte diferente en los animales, especialmente en los perros – ¡la especie en la que se desarrolló originalmente la técnica! Al cortarse el nervio vago en los seres humanos se reduce profundamente la secreción del ácido del estómago en respuesta a la histamina, una substancia que se encuentra normalmente presente en los tejidos del cuerpo. La misma operación efectuada en perros produce una pequeña reducción en la secreción de ácido. Sin embargo, al perro del saco de Heidenhain se le corta deliberadamente el nervio vago, lo que brinda un «modelo» animal que difiere claramente del estómago humano normal. Es allí donde radica la segunda victoria del saco de Heidenhain sobre los avances médicos.

Un uso común del saco de Heidenhain en perros o su equivalente en ratas, en los últimos cincuenta años, aproximadamente, lo constituye el desarrollo de medicamentos que reducen la secreción de ácido gástrico6. Estos medicamentos incluyen aquellos que actúan sobre el sistema de la histamina, tales como la cimetidina o los «inhibidores de bomba de protón» como el omeprazol que actúa sobre otra enzima del estómago.

Las investigaciones clínicas recientes efectuadas a partir de 1980 demostraron que el concepto de que las úlceras gástricas se producen por causa del jugo gástrico es incorrecto. Ahora se sabe que son producidas por una bacteria, Helicobacter pylori y en algunos casos puede curarse con un tratamiento a base de antibióticos únicamente, sin tratamiento con antiácidos. Los antibióticos actuales no son del todo satisfactorios pero el hecho de que se produzca un régimen más aceptable sólo es cuestión de tiempo. Cuando esto suceda, el tratamiento de los pacientes con úlcera se verá alterado por completo. Por fin los investigadores van por el buen camino.

La bacteria Helicobacter pylori no puede afectar a ninguna otra especie conocida que no sea la humana. Sin duda no podría haber sido hallada en el perro del saco de Heidenhain o en una rata; los investigadores, en su intento de curar las úlceras estomacales, buscaron en la dirección equivocada y en especies erróneas.

En la actualidad, podemos leer sin sorprendernos que las compañías farmacológicas están recortando repentinamente las investigaciones y el desarrollo de nuevos medicamentos antisecretores, tales como antihistaminas e inhibidores de bomba de protón. Tienen recelo de suministrarle recursos a un mercado que podría verse reducido en forma radical con la incorporación de tratamientos con antibióticos aún mejores para la bacteria que se halla involucrada9. El panorama para medicamentos antisecretores, tales como los líderes del mercado, cimetidina y omeprazol, es desfavorable.

Por lo tanto tenemos otro ejemplo de demora médica para agregar a nuestra lista. Los experimentos con animales demoraron las transfusiones de sangre 200 años; los transplantes de córnea 90 años y las úlceras de estómago aproximadamente 100 años.